La calidad “escolar” del Jardín en casa

La nueva “calidad escolar“ en casa invita a estrategias lúdicas de acompañamiento balanceadas con espacios de aislamiento del niño para su trabajo individual en el que tenga la tranquilidad de un ambiente “propio”, la posibilidad de disfrutar de un espacio de estudio y de trabajarlo, prepararlo, administrarlo, cuidarlo, asearlo, ordenarlo; hacerse, en fin, responsable por su “rincón” y sus actividades, por sus horarios, por sus rutinas, por sus descansos, por sus juegos, por sus materiales junto con su autocuidado y el cuidado de su entorno familiar.

El niño ahora tiene en casa el tiempo y la oportunidad de cuidar de los animales, de las plantas, de cuidar su hogar participando de las tareas domésticas, asumiendo roles en la familia y jugando un papel con hermanos mayores y menores (de tenerlos). De esta forma se construye un espacio integral de calidad para que de forma armónica desarrolle sus dimensiones cognitiva, socioafectiva, motora, artística.

El “equipo cercano” ahora son los padres, hermanos, parientes, las “nanas”, los vecinos y los amigos con quienes se podrán -tomando todas las precauciones- alternar visitas y salidas en conjunto; el “equipo remoto” del Jardín apoya mediante interacciones por la web (o por visitas domiciliarias). Esta nueva calidad en casa está hoy más asociada a la creatividad y el ingenio que a las condiciones de infraestructura y equipos en la presencialidad; hoy en casa se trata de hacer “lo más” con “lo menos”, tal vez más ejemplo y menos instrucción, tal vez hablar más y “aprender” menos (en el sentido convencional).

En relación con el componente emocional, donde hemos escuchado tantas veces que “lo importante no es la cantidad de tiempo compartido sino su calidad”, cobra mayor importancia en los procesos de enseñanza y aprendizaje que se realizan en casa el papel de los padres y en general de quienes puedan acompañar a los niños en su trabajo “escolar”. Es la oportunidad para experimentar una nueva situación, imprevista, con el apoyo de la familia y el acompañamiento del Jardín infantil en el desarrollo de los niños en todas sus dimensiones dando hoy énfasis, privilegiando, lo “espiritual”: conocer y entender sus emociones y responder positivamente al nuevo entorno; saber reaccionar ante situaciones cambiantes, como ocurrirá a lo largo de la vida. Es la oportunidad de sentir la seguridad que da la familia, la posibilidad de identificarse como persona y apreciar a sus semejantes, sentir la ausencia y apreciar la presencia. Y quizás, para los que practican alguna creencia, habrá tiempo para orar en familia.

En las dimensiones socio afectiva y motriz para las que en la escuela se cuenta con espacios y actividades preparadas, en la casa se pueden alistar rutinas de ejercitamiento y estrategias de relacionamiento físico y “virtual” mediante muchos juegos: juegos de armar, juegos “de mesa”, juegos en la web, escaleras, montajes teatrales, separación de desechos, reciclaje, entre otros.

Las competencias “blandas” están en el corazón del proceso que es, a su vez, el corazón y el alma de los niños. De ellas la empatía, en primer lugar, centra la atención de las familias que en el diario contacto con sus hijos pueden enseñar el cuidado del otro “poniéndose en sus zapatos” siempre, entendiendo sus circunstancias, su manera de ser, su situación, sus preocupaciones, sus intereses, sus obligaciones, sus miedos, sus “presiones”, y para esto la convivencia es la circunstancia propicia. Siempre se ha dicho que la escuela es el segundo hogar, y hoy “el primer hogar”, la familia, tiene la oportunidad de rodear más tiempo al niño y hacer efectivo su papel en la formación de estas habilidades del SER, con el apoyo del Jardín en lo que tiene que ver con el SABER y el HACER.

Estamos así ante una nueva calidad: Espacios de calidad en casa, recursos de calidad aportados por el Jardín y los construidos por la familia, diseños de actividades de calidad, momentos individuales de calidad, evaluación de calidad ya que quien funge de “tutor” tendrá la posibilidad de retroalimentar con más cercanía y frecuencia que en el Jardín.

El tiempo en casa, como lo hemos dicho, es propicio para proyectos individuales y en equipo propuestos por profesoras, o proyectos de familia que puedan involucrar otros miembros en edad escolar (proyectos de creación, construcción, de diseño, de dibujo, de historias, de música, de pasatiempos (rompecabezas, crucigramas, lotería, jeroglíficos, laberintos … ); para espacios de lectura de poesía infantil, de literatura infantil, de arte para niños(música, pintura, escultura, circo) con recursos físicos en casa o digitales por la web.

Es el momento para que los niños aprendan a: ser amables, en el sentido de inspirar amor y también de practicar la amabilidad y la compasión; a respetar sus tiempos y ensenarles a respetar el tiempo de los demás; a hacer acuerdos, a expresar sus puntos de vista; momento para conocer la historia de la familia (en álbumes, mediante relatos y anécdotas compartidas por los padres); para ensenarles siempre a preguntar, antes que imponer posiciones.

Para que aprendan -con el ejemplo de sus padres- a ser libres: sin ataduras a las cosas, a las ideas, a las personas, a liberarse del tiempo (a tener disciplina sin “esclavizarse por el reloj”), a entender la relatividad del “ahora”, lo pasajero. Para que tengan fe en sí mismos (autoestima) y fe en el otro (confianza) y así establecer relaciones igualitarias, sanas, equilibradas. Para que aprendan a condolerse y no ser impasibles frente a las circunstancias ajenas, a “no hacer a los demás lo que no se quiere que hagan a uno”.

En este momento lo que debe primar es lo que nace de la cercanía, de la seguridad en la familia, de la seguridad en sí mismo ante cualquier eventualidad; esta pandemia es una circunstancia, habrá más, de distinto origen, habrá otras de salud, de duelo, de estrechez económica, de cambios de trabajo , de cambios de colegio o de ciudad, y que los niños entiendan que ante todas estas circunstancias se saldrá adelante con la fuerza del espíritu, con la serenidad, la paciencia, la riqueza de lo necesario, no de lo estrafalario, lujoso, estrambótico; entendiendo la importancia de SER no de TENER.

Por lo anterior podemos afirmar que en este momento de la escuela en casa, si ponemos el foco en las emociones de los niños, en sus sentimientos, en equiparlos para que construyan unas relaciones de solidaridad, de auto cuidado y de cuidado y respeto del otro -viendo el otro como mi ”alter ego”, como mi compañero de viaje, trátese de otro ser humano, un animal, la naturaleza, la casa que habito, la ciudad, mi vecindario, mi país, mi mundo- habremos hecho de este contagio una oportunidad de crecimiento interior para todos; para que el en futuro digan de nuestros niños “que calidad de persona” … esa es la calidad que importa.

 

Especial para Los mejores jardines
Por: Francisco Pérez N.