Modelos de crianza tóxicos

¿Sientes que la forma de educar a tus hijos no es 100% “tuya”? ¿Que a veces reproduces patrones, creencias o acciones, que en realidad no tienen nada que ver con tu esencia? Quizás estés reproduciendo un modelo de crianza que viviste en tu infancia, con tus padres.

Algunos modelos de crianza tóxicos y cómo evitar repetirlos

Y es normal, esto ocurre con muchísima frecuencia; lo que vivimos de niños deja una huella en nosotros, tiene un impacto innegable, por lo que es normal que la forma en la que nos educaron de pequeños, influya en la forma que tenemos nosotros de educar a nuestros hijos. Al final, hablamos de patrones muy interiorizados, que reproducimos sin darnos cuenta.

Sin embargo, a veces estos patrones o modelos de crianza resultan ser nocivos para los niños; hablamos de patrones de crianza tóxicos. Pero, ¿qué es un modelo de crianza tóxico y cómo identificarlo y cambiarlo para favorecer el desarrollo de nuestros hijos?

Cómo construimos nuestro modelo de crianza

Aunque pensemos que todas las cosas las hacemos conscientemente, y escogiendo con libertad, esto no es así. Todos heredamos creencias, patrones y modelos de nuestra infancia, que reproducimos en mayor o menor medida con nuestros hijos.

Así, la forma que tenemos de educar nace de todo esto, pero también de decisiones que sí tomamos conscientemente, de nuestro autoconcepto, nuestra identidad cómo padre o madre, nuestras exigencias, las expectativas que depositamos en nuestros hijos, etc.

Lo importante es poner luz a todo ello y empezar a tomar consciencia de los factores que influyen en nuestro modelo de crianza actual.

¿Qué es un modelo de crianza tóxico?

Y, sobre todo, identificar si este es un modelo tóxico para nuestros hijos. ¿Qué sería un modelo de crianza tóxico? Encontramos diferentes niveles (el nivel más extremo: el maltrato infantil).

Pero hablamos sobre todo de un modelo donde primen los castigos y el autoritarismo, que les impide avanzar, entorpeciendo su desarrollo físico y emocional, que les genera malestar, que no pone en el centro sus necesidades, que no respeta sus ritmos, que les exige demasiado (expectativas que depositamos en ellos), que les resta autonomía o les sobreprotege, etc.

En definitiva; un modelo tóxico podría considerarse como aquel que no favorece un desarrollo saludable en todas las esferas de la vida del niño.

Podemos cambiar nuestro modelo de crianza

Por suerte, lo que “heredamos” o aprendimos de nuestros padres, a veces sin darnos cuenta, puede cambiar si empezamos a tomar conciencia de ello.

No hablamos de buscar “culpables”, o de revivir el pasado para quedarnos ahí; hablamos de entender por qué actuamos como lo hacemos y cómo podemos cambiarlo. Y, sobre todo, de encontrar el estilo o modelo de crianza que más beneficie a nuestros hijos, y con el que nos sintamos más a gusto.

Claves para evitar repetir modelos de crianza tóxicos con nuestros hijos

Toma conciencia: la línea de la vida

Empieza por tomar conciencia de qué patrones de crianza tuvieron tus padres contigo, y el impacto en tu vida.

Un ejercicio que puede resultar útil para recordar y ubicar vivencias es el de la línea de la vida. Se trata de trazar una línea horizontal en una hoja, a modo de eje cronológico, donde iremos situando las cosas importantes que nos han sucedido desde que nacimos, pero enfocado a la educación recibida y a los padres; arriba pondremos los hitos positivos, y abajo, los que han tenido un impacto negativo. Básicamente, debes ubicar estas experiencias en un polo negativo y en otro positivo preguntándote ¿qué impacto tuvieron en tu vida? ¿Cómo las recuerdas hoy?

Por ejemplo, “recuerdo que a los 8 años mi papá me castigó prohibiéndome ir a una fiesta de cumpleaños porque no había hecho los deberes”, o “de los 10 a los 12 años recuerdo que mi madre era muy exigente conmigo en las notas del colegio”.

Reconoce los patrones que repites

Una vez hayas identificado esos patrones; por ejemplo, sobre exigencia de los padres, expectativas muy rígidas depositadas en ti, autoritarismo, falta de cariño, castigos, etc., intenta pensar qué acciones, de las que viviste tú, estás reproduciendo con tus hijos.

El primer paso es identificarlo, para después trabajar en el cambio.

Cuestiona tus creencias en torno a la crianza

Es importante que entendamos que la forma en la que nuestros padres nos educaron se situaba en un contexto social e histórico muy diferente, y bueno, es que eran otras épocas, donde quizás era bien visto dar un golpe de vez en cuando, o imponer las cosas a los niños, ser autoritarios y llenarlos de prohibiciones.

Pero las cosas cambian y la sociedad evoluciona. Empieza a cuestionar tus creencias en torno a la maternidad, paternidad y la crianza. Identifica estas ideas y pregúntate ¿por qué pienso de esta forma? ¿Hasta qué punto es una creencia “mía”? ¿Esto se puede aplicar en la actualidad? ¿En qué beneficia a mis hijos?

Empieza por cambios pequeños

Está claro que el cambio en el modelo de crianza no resultará sencillo, y mucho menos algo rápido. Su cambio será progresivo. Así que anímate a hacerlo poco a poco. Si por ejemplo has identificado que estás siendo muy rígido y fomentando una disciplina excesiva con tus hijos, puedes buscar alguna pequeña acción del día a día que puedas cambiar.

Acompañar y guiar sin presionar ni castigar

La crianza respetuosa, antagónica a los modelos de crianza tóxicos, es aquella que toma en cuenta las necesidades de los niños y que respeta sus ritmos.

Para alejarte de estos modelos tóxicos, opta por acompañar a tus hijos sin presionarlos; por ejemplo, en lugar de exigirles que no hagan ciertas cosas, muéstrales qué cosas pueden hacer. No recurras al castigo (está demostrado que esta estrategia no es educativa, sólo punitiva, ya que no ofrece ninguna enseñanza al niño).

Conoce a tus hijos: ponte en su lugar

Si quieres evitar repetir modelos de crianza tóxicos con nuestros hijos, empieza por conocerlos, y por conectar con ellos desde ahí. Individualiza la crianza, y pregúntate, ¿qué necesitan? ¿Qué les va mejor cuando les pido las cosas? ¿Y cuándo les pregunto, conversamos, jugamos, aprendemos?

Y, por otro lado, además de conocer su forma de ser y de pensar, identifica la etapa del desarrollo que están atravesando tus hijos, ¿están en la niñez, pubertad o adolescencia? ¿En qué momento evolutivo están? Conocer esto te ayudará a ajustar tus expectativas sobre ellos, qué puedes esperar y qué no, cómo puedes respetar sus ritmos, etc.

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Especial para Los Mejores Jardines
Por: Mariana Marroquín Ortiz
Equipo de redacción de Los Mejores Jardines
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