¿A qué puedo jugar con mi hijo en casa?

Al observar las interacciones de nuestros hijos con los otros niños, con adultos, y con los objetos y el entorno a su alrededor, vemos de manera constante cómo el juego se convierte en un elemento que hace parte natural de su forma de acercarse al mundo, de conocerlo, de aprender y desarrollar todas sus capacidades. Esto en gran medida se debe a ese deseo constante y característico de los seres humanos por explorar y descubrir cómo funcionan las cosas.

Como educadora de primera infancia y mamá de una niña de cinco años, puedo dar fe de la importancia que el juego ha tenido en los procesos de desarrollo y aprendizaje, no solo de mi hija sino de los niños que he acompañado en las aulas; por lo que quisiera compartir algunas sugerencias de juegos para compartir en casa con nuestros hijos menores de cinco años.

Desde el nacimiento hasta el primer el año, los niños están conociendo el mundo a través de sus sentidos. Por esto sus ojos, boca, nariz y tacto se vuelven un recurso para percibir, para acercarse al mundo. Con ellos entonces podemos realizar juegos con las entonaciones de la voz al leer cuentos o al cantar arrullos. Podemos jugar también a las escondidas usando una pequeña manta, para que ellos nos descubran una y otra vez y sigan el juego a carcajadas. También podemos promover la exploración sensorial con tapetes especialmente diseñados para el tacto, hechos con material de reciclaje que tengamos a mano (como retazos de tela, botones, semillas, papeles, etc.). Esto les ayuda a descubrir las texturas a la vez que fortalecen su lazo con el adulto.

Entre el primer y segundo año de vida los niños adquieren la independencia que les otorga el aprender a caminar. En esta edad entonces son atractivos los juegos motores, por lo que podemos diseñar pequeños gimnasios en casa usando cubetas de huevos, las sillas del comedor o haciendo pequeños escondites con mantas que cubran una mesa de la casa. También podemos fortalecer el dibujo sobre grandes superficies disponiendo para ellos papeles o telas grandes (por ejemplo tamaño pliego) para ayudarles a extender sus trazos y fortalecer sus rayas, puntos y garabateo no controlado, característicos de su proceso de desarrollo.

Durante el segundo al tercer año de vida el juego de los niños se enriquece con lo simbólico; que se caracteriza por agregar la imaginación y la fantasía. Entonces una caja, un sombrero, una camisa del padre o unos zapatos de la madre se vuelven elementos llenos de posibilidades. Podemos alimentar esta propuesta de juego con materiales que salen del consumo de nuestra cocina como empaques de gelatina, tarros de yogurt o tubos de papel de cocina; y también con material natural como hojas de árbol, palos de madera o semillas grandes. Todos estos son recursos que ayudan a los niños a tener escenarios de juegos más interesantes, que fortalecerán competencias tan importantes en el desarrollo de los niños como la creatividad y la resolución de problemas.

En el tercer y cuarto año de vida el juego incluye también esta característica de fantasía e imaginación, por lo que los padres pueden proponer a los niños que construyan sus propias historias y personajes. Para esto los niños pueden dibujar, grabar sus voces y usar material de reciclaje. Crear historias y hacer este tipo de construcciones tridimensionales ayuda a los niños a complejizar su pensamiento espacial y fortalecer el desarrollo de sus habilidades cognitivas.

Para los niños de cuatro a hasta los cinco años los juegos cooperativos y de reglas empiezan a cobrar un gran valor,porque les ayudan a fortalecer el manejo de conflictos, la construcción de acuerdos, la negociación y el respeto por las diferentes opiniones. De esta manera los padres podemos retomar juegos tradicionales como la golosa, los congelados, el caucho y otros juegos representativos de la cultura de cada familia; enseñarles las reglas y disfrutarlos con ellos. También podemos invitar a los niños a crear nuevos juegos. Así fortaleceremos nuestros lazos afectivos y cercanía con ellos.

El juego es una oportunidad para imaginar, crear, disfrutar y aprender junto a nuestros hijos.

Especial para Revista Edu.co
Por: Jennifer Vega, Profesional de desarrollo aeioTU