¿Qué puedo hacer cuando mi hijo me pega?

¿Cuántas veces acompañamos a nuestros hijos durante esos momentos de molestia y frustración en los que sin pensarlo levantan la mano y nos pegan, o le pegan al cuidador con el que se encuentran? Inmediatamente pasan por nuestras cabezas preguntas como: ¿qué hago?, ¿le pego?, ¿lo regaño? ¿pero por qué reacciona así? ¿qué le pasara?, ¿estoy haciendo mal mi labor como papá o mamá? Son muchos los cuestionamientos que se desprenden de esta escena, y desafortunadamente, bien sea por el impulso, por no controlar nuestras propias emociones; o por simple desconocimiento, muchas veces nuestra respuesta no es necesariamente la más acertada.

La mayoría de las veces que los niños le pegan al adulto que los cuida es porque quieren manifestar algo que sienten: inconformidad, tristeza, dolor, molestia, frustración, o angustia; y no encuentran otra forma de comunicarlo. Por eso en esta, como en cualquier otra situación difícil lo más importante es no perder el control. Si el adulto sabe controlar sus impulsos podrá enseñar al niño, desde el ejemplo, a controlar los suyos.

Como adultos que somos podemos entender que el comportamiento de nuestro hijo tiene su raíz en algo más profundo: hay algo que le ha pasado que él no ha sabido manejar; y por eso está expresando esos sentimientos de esta forma. Es un momento en que el niño está experimentando niveles de estrés altos, por lo que una respuesta impulsiva como golpearlo o decir malas palabras, no ayudará de manera constructiva.

Si por el contrario el adulto logra controlarse y hace uso de su paciencia, humildad y el respeto que tiene por su hijo; podrá manejar de manera asertiva la situación; dialogando con el niño, acogiéndolo para contener su emoción y ayudándolo a manejarla de manera positiva, mostrándole otras formas de expresar su enojo.

Cuando entendemos la situación que detonó lo sucedido podemos también acompañar al niño de manera más fácil a encontrar otras formas de expresarse y de solucionar el reto que ha descubierto. Por ejemplo, un niño que le ha pegado a su cuidador porque se siente frustrado debido a que no logra algo que quiere podrá entender que el pegar no es una forma adecuada de comunicarse si su cuidador dialoga con él sobre lo sucedido: “Me has golpeado. Estoy seguro de que no lo querías hacer, y me dolió. ¿Porque lo hiciste?, ¿hablamos de lo sucedido?.

Adicionalmente, al indagar sobre aquello que motivó la acción del niño, el cuidador podrá ayudarle a buscar otras formas de expresar sus sentimientos o de actuar cuando esta situación vuelva a presentarse: “Qué te parece si la próxima vez que quieras alcanzar la pelota y no lo logres, me pides el favor para que te ayude? Por otro lado, es importante que el adulto que acompaña al niño lo invite a realizar un acto reparador. Por ejemplo “Me duele acá donde me pegaste. ¿Qué tal si me aplicas crema o me pones pañitos de agua fría? Esto me hará que me sienta mejor” De esta forma, el adulto estará invitando al niño a analizar las consecuencias que tiene su acción; y a buscar formas de solucionarlas.

Es importante que esta forma de afrontar la situación se realice de manera progresiva, esperando siempre una respuesta por parte del niño antes de seguir al siguiente paso. Las respuestas de los niños variarán de acuerdo con su edad, desde respuestas corporales o gestuales para los más pequeños, hasta respuestas verbales para los más grandes.

Recordemos que el respeto por los demás, por nosotros mismos y por nuestros hijos es algo no negociable. Esto significa que somos los primeros que debemos respetar y mostrar ese respeto en nuestras relaciones e interacciones con ellos. Sin importar la falla, es importante que recordemos que podemos tener y mantener límites claros; y ejercer nuestra autoridad desde el amor, comprendiendo que nuestros hijos se encuentran aún aprendiendo a identificar sus emociones y a encontrar las formas más asertivas para comunicarlas.

Especial para Los Mejores Jardines
Por: Anlly Bautista, Coordinadora General aeioTU