“El juego y el aprendizaje son como las dos alas de una mariposa – una no puede existir sin la otra”
Carla Rinaldi
El juego es una estrategia fundamental para el disfrute y el aprendizaje que está al alcance de todos los niños y adultos en cualquier espacio y lugar. De hecho, no muchos son conscientes de que así cómo el juego puede estar implícitamente inmerso en las acciones cotidianas de los centros educativos, también lo puede estar en la cotidianidad de los niños en sus casas, y que pueden disfrutar de éste junto con sus familias en otros espacios que frecuentan, como por ejemplo en los parques, plazas, el transporte, etc.
No solo la participación del adulto en los juegos es muy valiosa, sino que procesos como la construcción de acuerdos, la resolución de problemas y búsquedas de acciones en conjunto; fortalecen los vínculos entre hijos, padres y cuidadores. De igual manera estas oportunidades de juego inciden en el desarrollo de las funciones ejecutivas, entendidas como las habilidades para enfocar y mantener la atención en los diferentes momentos de la vida; que a su vez impactan positivamente en competencias como la autorregulación, la planeación de las acciones, el pensamiento estratégico y la fijación de metas, entre otras.
El juego entre niños y adultos también promueve el desarrollo de los procesos creativos, promoviendo en los niños la posibilidad de imaginar infinitas posibilidades y de plasmar o materializar sus ideas. Así, si los niños cuentan con espacios de juego recíprocos con los adultos, los procesos creativos se potenciarán de forma armónica. El juego es un detonante para el desarrollo de estos procesos, y promueve también en los niños el desarrollo de su pensamiento crítico frente a determinadas situaciones de la vida para saber cómo afrontarlas, buscar diversidad de soluciones y reconocer las consecuencias de sus decisiones.
Promover espacios de juego entre los niños y los adultos es realmente muy sencillo. No hace falta más que reconocer las edades e intereses de los niños, y por supuesto creer en la capacidad que tienen para aprender de manera individual y colectiva. Ofrecerles espacios en los que puedan explorar el entorno y los materiales a su alrededor; permitirles que imaginen, que indaguen, invitarlos a que se cuestionen, a que creen y comprueben sus propias hipótesis para explicar el mundo y las cosas; e inclusive permitir que se aburran para dar apertura a nuevas ideas; enriquecerá su proceso de aprendizaje por medio del juego, movilizando así la construcción de conocimiento de forma natural y alegre.
Especial para Los Mejores Jardines
Por: Laura Guzmán, pedagoga aeioTU