12 agosto, 2020 | Tiempo de Padres

La primera dormida fuera de casa

El momento llega, puedes ser antes de lo que suponemos o mucho más tarde de lo que les ha tocado a otros, pero ya sea por un paseo con el colegio o por una invitación a un “pijama party”, nos vemos enfrentados, todos, padres e hijos a esa primera dormida de nuestros niños fuera de casa.

Frente a este evento podemos encontrar todo tipo de reacciones, desde los padres que no entienden por qué se escribiría un artículo como este sobre algo tan simple, hasta aquellos que desde el momento en que saben que su chiquitín no dormirá una o dos noches con ellos, hasta que lo tienen de vuelta, no sienten tranquilidad alguna…esto, sin dejar de lado aquellos padres que simplemente deciden que antes de cierta edad, dormir por fuera de la casa, sin importar el motivo, no es una opción para sus hijos.

Todas las posiciones son respetables y entendibles, pero como padres, siempre tenemos que poner los pies sobre la tierra y no interponernos en las actividades de nuestros hijos que hacen parte de un desarrollo social y emocional sano, solo por nuestros temores.

Dependiendo de la historia de cada niño, de su personalidad, de la cantidad de hermanos que tenga, etc., le será más o menos atractiva la historia de dormir fuera de casa. Aquellos que se han quedado en diferentes lugares ya sea con los abuelos, tíos, o primos, pueden estar más acostumbrados, pero aquellos que, pocas veces, o nunca se han quedado por fuera de casa pueden sentir más temores o inseguridad. De todas maneras, la gran mayoría, siempre presentará algún tipo de nerviosismo o ansiedad ante esta primera vez, especialmente, si se trata del primer viaje con el colegio. Ya no es en otro barrio o en la casa del vecino, hablamos de pueblos, fincas, lugares que implican al menos una hora de desplazamiento, una hora que media entre ellos y su casa.

Es importante tener en cuenta el entorno y entender que coyunturas como un divorcio, le llegada de un nuevo hermanito o en situaciones de duelo familiar, hacen que la idea de experimentar por primera vez el dormir fuera de casa ciertamente no sea lo mejor ni lo más acertado.

Cuando es donde un amigo…

Nuestra primera responsabilidad, es conocer perfectamente el lugar a donde van. No hay que tener vergüenza alguna de preguntar todo lo que nos parezca necesario: Cuántos invitados son, a qué horas van a la cama, si van a ver películas, qué películas son, si hay hermanos mayores o si hay amigos con los hermanos mayores, etc. Todas las preguntas que sean apropiadas y acordes a la edad de nuestros hijos y a nuestras necesidades, deben hacerse.

Una vez que estamos totalmente seguros del lugar donde irán, del ambiente que existe, de las prácticas que se tienen en dicha casa, vienen las preocupaciones menores: qué pasa si le dan de comer justo lo que no le gusta, si se despierta a media noche y quiere venir a casa, si tiene un accidente como orinarse en la cama… por lo general las aprensiones y los miedos vienen mas por parte de nosotros, los padres, y muchas veces no están vinculados al presente a través de la lógica o la realidad, son miedos que guardamos de diferentes experiencias que como niños vivimos; esto se da de manera consciente o de manera inconsciente, pero lo cierto es que nuestra historia no es la historia de nuestros hijos, y nuestros miedos no son sus miedos. Así que una vez que todo está listo, debemos animarlos para que gocen esa primera linda experiencia.

Si es el primer viaje con el colegio…

Esta situación puede ser un poco más compleja, pues la presión grupal puede hacer que sea más difícil decir que no o expresar los temores. Aún los que se van muy contentos pueden experimentar un amplio rango de sentimientos a lo largo del día, o de los días. Muchas veces todo va bien hasta el momento en que llega la noche, la despedida del astro sol y la llegada de la oscuridad, pueden hacerles sentir que ese tan ansiado paseo, ya no es tan deseable.

Algunas formas de ayudarles:

Enseñarles a lidiar con sentimientos difíciles es una herramienta que les servirá no solo para esa primera dormida fuera de casa si no para toda la vida. Saben que están en un lugar seguro, rodeados por profesores y adultos responsables. Es bueno enseñarles como calmarse y auto afianzarse con afirmaciones positivas: “estoy bien”, “yo puedo manejar esto” “acá están mis amigos” etc. Esto, además, les hará sentir que ellos tienen el poder sobre la situación y no al revés.

Empacarles algo que los conecte visual, táctil u olfativamente con la casa, puede ser también una forma de hacer que se sientan más seguros. Un peluche, un juguete, un libro, una almohadita o cobija… Tener todo esto cerca los puede ayudar a sentirse más tranquilos y a invocar lindos recuerdos de la casa mientras se quedan dormidos.

Una vez el paseo termine y regresen a casa, el haber podido controlar sus miedos, su “mamitis” o sus ganas de estar en casa, los hará sentirse mucho más seguros de sí mismos y con la importante sensación de haber ganado un reto.
Si finalmente, la experiencia no dio el resultado esperado, ya sea porque fue necesario interrumpir el paseo, o porque no lo disfrutaron, es importante reconocer el esfuerzo que hicieron y decirles que estamos orgullosos de ellos por haber intentado algo nuevo, además de dejarles muy en claro que en la vida siempre hay segundas oportunidades y que seguramente el siguiente paseo irá mejor.

Debemos tener en claro que jamás hay que forzarlos, hay niños que nunca se quedaron a dormir fuera de su casa hasta que no fueron adolescentes y es tan normal como aquellos que por diferentes situaciones lo tienen que hacer muy a menudo.

Para concluir, lo importante más importante es que, como en todo, el resultado sea transmitirles a los niños la convicción de que el mundo es un lugar bueno y seguro, que se deben tener prevenciones básicas y ser cautelosos pero que más allá de sus padres, existen adultos responsables y amorosos en quienes se puede confiar.

 

Por: Paola Bermúdez
Especial para Los Mejores Jardines

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