En nuestro cerebro se encuentran las pistas de nuestros comportamientos, capacidades y habilidades para enfrentar el mundo. Con un buen diagnóstico y acompañamiento profesional se puede ayudar a los niños a construir un plan de vida exitoso

El desarrollo integral de las competencias que hacen que un niño se convierta en un adulto pleno y exitoso es una preocupación constante de las instituciones educativas, los padres de familia y distintas disciplinas científicas. Investigaciones interdisciplinares de distinta índole demuestran que entre el 10% y el 20% de los niños en edad escolar presentan en algún momento dificultades de comportamiento como: déficit de atención, hiperactividad, baja autoestima, negativismo, desmotivación, desorganización, escasa responsabilidad con los deberes escolares y estas afectan su autonomía y adecuado desempeño en diferentes roles de su vida.
Adicionalmente se presentan con igual frecuencia trastornos específicos del aprendizaje, como por ejemplo el de lectura (dislexia), escritura (disgrafía) y cálculo matemático (discalculia), por solo mencionar algunos. Cuando estas dificultades y trastornos son pasados por alto, ya sea por no detectarlas a tiempo o confundirlas con simples comportamientos deliberados, se generan en los estudiantes repercusiones muy serias en su desempeño académico, depresión, desmotivación general y hasta deserción escolar.
Con el fin de proveer herramientas útiles de diagnóstico y estimulación, surgen iniciativas como la del Centro Neuropsicológico que dirige la doctora Martha Lucía Miranda a quien entrevistamos con relación al tema y nos contó que existe una función cognitiva adicional que se llama Función Ejecutiva, a la que apenas se le dio ese nombre en el año 2014 y se identifica como el conjunto de habilidades cognitivas que permiten anticipar y establecer metas, diseñar planes y programas, el inicio de las actividades y operaciones mentales, la autorregulación y la monitorización de las tareas, la selección precisa de los comportamientos y las conductas, la flexibilidad en el trabajo cognitivo y su organización en el tiempo y el espacio para obtener resultados eficaces en la resolución de problemas.
Los hábitos relacionados con el autocontrol, la motivación, la capacidad de esforzarnos, la atención o la fluidez verbal son inherentes a todos los individuos. Un obrero puede llegar a tener desarrollada su función ejecutiva mucho mejor que el más alto ejecutivo y viceversa, es decir, que la facilidad o dificultad para asumir estos hábitos depende de la madurez ejecutiva.
Desde muy temprana edad, un niño maneja su relación con el medio (la sociedad, el colegio, la familia, etc.) a través de suscomportamientos en situaciones como el sentarse a la mesa, un baño en la tina, esperar o desesperarse ante cualquier necesidad que tenga, etc., y evaluar cómo responde a los hábitos de la cotidianidad le permitirá tanto a los padres o educadores ir determinando si estos requieren de alguna intervención o estimulación especial.
La función ejecutiva es una actividad propia de los lóbulos frontales del cerebro que representan un sistema neurológico muy complejo y, por lo tanto, es normal que haya algunos niños nerviosos así como otros muy tranquilos. Algunos manifiestan una excelente memoria para procesos tan sencillos como manipular los utensilios para comer y, al contrario, hay algunos que exigen mayor atención porque no toleran situaciones como el cambio de temperatura.
La inflexibilidad del comportamiento tiene que ver con trastornos cerebrales de distinto origen, uno bastante común se presenta a nivel genético, ejemplo claro de esto se da cuando beber alcohol tiene una repercusión directa en las capacidades psicopedagógicas del cerebro en la descendencia del consumidor.
Según la doctora Miranda, el medio entra a regular estos procesos, y puede hacerlo bien o mal, así, por ejemplo, la noción de tiempo se va construyendo en el cerebro del niño a medida que aprende que las cosas no se le dan de manera inmediata y por eso recomienda a los padres manejar acuerdos de negociación ej.: «En media hora podemos comer helado», y algo tan sencillo como eso, poco a poco se convierte en una de las funciones ejecutivas de su cerebro. También nos habla de tener la madurez para tratar con firmeza a los niños que pretenden manipular con alguna de estas situaciones y literalmente nos dice: «También se aprende con la frustración, hay que ser firmes».Muchas veces los padres de familia se sienten frustrados porque, a pesar de enseñar y dar ejemplo, se encuentran sin saber qué hacer y, definitivamente, se requiere un apoyo profesional para desarrollar el máximo potencial del niño.
Un proyecto concreto del Centro Neuropsicológico es llevar a las instituciones educativas la detección de estas dificultades y dejar un modelo que permita remitir a terapia los niños que así lo requieran. Lo recomendable es hacer pruebas de neuropsicología y en esto la doctora Miranda hace gran énfasis, pues muchas veces factores del medio pretenden intervenir en el dictamen.
Definitivamente, es mejor tratar estos trastornos temprano para que no se conviertan en serios problemas de la adultez.
«Desarrollar el potencial afectivo, social y cognitivo de nuestros niños y jóvenes permite proyectarlos con éxito en cada etapa de su vida», doctora Martha Lucía Miranda.
Fuente:
La función ejecutiva y sus trastornos – D.A. Pineda, Centro Neuropsicológico Martha Lucía Miranda S.A.S, Entender las dificultades de la función ejecutiva – Amanda Morin.
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