Aprendiendo por sí mismos

Reggio Emilia es una filosofía que cree en los niños, que entiende el modo en el que ellos construyen, de manera autónoma, su conocimiento y donde los maestros guían y acompañan su proceso de formación.

Los niños se descubren a sí mismos, a los otros, y al mundo; se maravillan con pequeños detalles, con los materiales que sienten entre sus dedos, con el viento que mueve su pelo o con efecto de la pintura en el papel. Nacen con un espíritu de independencia y con capacidades para construir y aprender.

Reggio Emilia, se origina en una ciudad italiana con el mismo nombre, es una filosofía educativa desarrollada por el filósofo y pedagogo Loris Malaguzzi, quien, al observar que los niños aprendían todo por sí mismos, transformó la educación tradicional creando un proyecto donde ellos fueran los protagonistas de su propio aprendizaje.

Este proyecto educativo se basa en creer en el niño, en un niño capaz, que muestra que él está en este mundo y que trae muchas cosas para contar, por eso lo más importante es que él se descubra como ser.

Esta filosofía tiene diferentes principios, los cuales han sido implementados por diversos jardines que los han convertido en proyectos educativos y de vida.

Currículo emergente

A diferencia de la educación tradicional en la que los profesores elaboran un cronograma que se debe desarrollar en una fecha específica, en Reggio Emilia, el currículo emerge de los niños, de sus hipótesis y gustos. Los docentes, después de un trabajo de observación, los acompañan a crear proyectos.

Por ejemplo, Amici Jardín Infantil es un centro de experiencias y aprendizaje en el cual sus niños y niñas desarrollan y potencian todas sus habilidades de la mano de actividades dirigidas y orientadas por su equipo docente, las cuales están encaminadas a que sus alumnos tenga un desarrollo integral.

“Buscamos que los niños sean analíticos, argumentativos e indaguen todo. El objetivo es crear niños felices”, indicó Laura Moreno, directora del jardín infantil Hilos de Colores. Así mismo, Alexander Alvarado, psicólogo del jardín La Comarca, explicó que “el adulto solo es un acompañante que discute con el niño acerca del mundo y así, construyen entre los dos”.
Aprender las vocales por medio de los cinco sentidos en el jardín Hilos de Colores; estudiar el cuerpo humano, las burbujas de jabón o construir una casa con tuberías de juguete para la mascota del jardín Bauhaus; construir un castillo con tubos de cartón para la princesa y el príncipe, o un apuesto vaquero; o cuidar una planta dentro del jardín La Comarca, son ejemplos de los trabajos que desarrollan las instituciones enfocadas en esta filosofía donde las áreas del conocimiento se entrelazan de manera transversal y los estudiantes aprenden por medio de experiencias reales.

Por su parte, aeioTU explica que si experiencia educativa es integral, consideran al niño como protagonista del aprendizaje, proceso que fortalecen por medio de herramientas como el juego y el arte.

Tres educadores

Los niños indagan y proponen, los docentes escuchan y miran, y el espacio, motiva a crear a través de los elementos que lo conforman. Estos tres elementos, son los tres educadores de este proyecto.

Para Gómez, los docentes deben tener “oídos muy grandes, boca muy pequeña y ojos muy sensibles. Ser hábiles para crear espacios que estimulen al niño a construir”.

En Reggio Emilia, los docentes orientan las acciones sin dar instrucciones, observan y documentan lo que realizan, para luego redactar informes y entregarlos a los padres, quienes participan activamente. En éstos, se evidencia el proceso de cada proyecto o Atelier en el que los niños aprenden a través de varias disciplinas como arte, música o literatura.

El espacio enseña. En el aula todo va cambiando, se mueven para que los niños lo recorran y encuentren. Es una experiencia y un aprendizaje real. En los jardines que aplican esta filosofía, los objetos constantes, como una silla o una mesa, están fuera del aula, pues los niños necesitan elementos inconstantes, materiales orgánicos o reciclados para diseñar e inventar.

También es importante crear rincones como el de la luz, donde los niños conocen las sombras y experimentan los cambios que presentan los materiales al colocarse bajo un proyector o en una mesa de luz. Igualmente, en este espacio, los espejos trabajan toda la parte de corporalidad, así, reconocen su cuerpo y el de los demás. En el espacio del agua descubren habilidades, aprenden sobre el frio y el calor o crean mecanismos para que ésta vaya de un lugar a otro.

Construcción ciudadana

Los jardines que aplican la filosofía de Reggio Emilia promueven el respeto por el otro y la comprensión para entender que todos somos diferentes, pero que tenemos los mismos derechos. Esto lo desarrollan a partir de trabajos colectivos como el de Ciudadanos del Mundo del jardín La Comarca, en el que los pequeños comparten con niños de países como Brasil, Paraguay, Venezuela y Corea. De esta manera, logran entender la diversidad cultural.

 

Especial para Los Mejores Jardines
Por: Stepahine Alferez